ARTE
La recreación velazqueña del barroco.
Tanto el color terroso, sobre el que destaca el rojo de la capa de Mercurio, como el empaste sumario y la pincelada amplia son inconfundiblemente velazqueños. Cuando buscamos la clave de este estilo y recorremos la superficie del cuadro tratando de entender esas «rudimentarias pinceladas», encontramos que «el efecto se multiplica por toda la superficie del lienzo, de tal suerte que, querámoslo o no, nuestra mirada y nuestra mente van y vienen vertiginosamente entre la causa y el efecto de la luz y las formas, entre los medios y los fines de la pintura. Al revelar sus procedimientos técnicos en vez de ocultarlos, Velázquez nos hace ahora partícipes del milagro de la creación artística.»7 Si observamos el tema, sucede lo mismo. El tema de este cuadro, acabamos de verlo, es un drama; pero un drama sugerido; es el espectador, con su imaginación, quien debe completarlo y darle fin.«En el cuadro la capacidad de la pintura se identifica con el poder de la sugerencia.»8 Nada parecido al tratamiento que Rubens hace del mismo tema, donde la acción de Mercurio es estridente y la ternera muge espantada del asesinato que se desarrolla ante sus ojos. Rubens es explícito en tanto que Velázquez busca la complicidad del espectador para recrear el drama. Ya en Las meninas, donde toda la atención se centra en los reyes sin que los reyes aparezcan en el cuadro, el pintor expuso una lección magistral sobre esta manera de tratar los temas. Estamos ante un barroco quintaesenciado. «Velázquez ha llegado de manera intuitiva a comprender la naturaleza dual del arte de la pintura, es decir, su capacidad para crear formas y a la vez expresar su propia esencia.»
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